Si una palabra pudiera definir y simbolizar el espíritu de nuestra heroica lucha libertaria, histórica, milenaria, y legarla a las generaciones futuras, esa palabra es ORGULLO.
Orgullo de ser quienes somos, orgullo de nuestras raíces, orgullo del color de nuestra piel, nuestros ojos, orgullo de nuestro acento quechua, de los colores de nuestras vestimentas, y la voz de nuestros cantos.
Orgullo de haber nacido en nuestra hermosa tierra andina, de las formas de nuestras montañas, orgullo de luchar por nuestra cultura, y de defenderla, orgullo de la sabiduría de nuestros abuelos, que nos permitió sobrevivir en los siglos mas duros.
Orgullo de estar vivos, ante los que nos quieren ver muertos, orgullo de nuestra rebeldía, orgullo de no aceptar los términos que se nos imponen, y de expulsar a los antiguos patrones, usurpadores de nuestras tierras.
Orgullo de ser Hijo del Sol, y del cobijo de nuestras madres, mujeres fuertes, de trabajadores brazos de hierro, y dulzura de miel, con sus cantos nacimos, cobijados bajo el Sol, orgullo de nuestros animalitos, y la naturaleza sabia que nos rodea, orgullo de SER, de EXISTIR, de no rendirse, de recuperar la tierra que fue nuestra, y de recuperar la dignidad.
ORGULLO DE NUESTRO PUEBLO, obstinados como la piedra dura, trabajadores como la tierra que nunca descansa, sentimentales ante la inocente mirada de nuestros wawas, creyentes de profunda fe, que todo lo soportan bajo el sol, pero que no se nubla la esperanza, felices en lo poco o en lo mucho, en las altas estepas, las frias cumbres, o los calurosos valles desérticos de la costa, estamos, somos, existimos, apuskachay, kachkaniraqmi ese es, el Orgullo Tawantinsuyano.
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