Filosofía: La filosofía estudia del saber humano, cuya raíz viene del griego "philos" amor y "sophia" sabiduría, en suma "amor a la sabiduría" . "En Atenas la abeja era el símbolo de la elocuencia, porque así como la abeja da la dulzura de la miel, el orador da la dulzura de las palabras"[1]. Su estudio da una visión amplia y profunda de las cosas, evitando discursos aburridos. Como los temas filosóficos se refieren al hombre (origen, conducta, destino) son temas oratorios por excelencia, razón tiene Cicerón cuando dijo "que el orador necesita de la filosofía"[2].
Lógica: Es el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el razonamiento correcto del incorrecto. Precisa saber distinguir lo verdadero de lo falso, de lo verosímil, la certeza de la probabilidad; saber cuándo un argumento se rige por leyes de la lógica y cuándo intervienen factores psicológicos y emocionales. Todos los discursos tienen 3 formas de lenguaje. Si el orador quiere informar usa un lenguaje no emotivo. La lógica es necesaria porque enseña a formar juicios con exactitud y precisión, y porque el método enseña a proceder con coherencia y adquirir un sabor más elevado que el que da la experiencia vulgar. Existen:
- Lenguaje informativo por el cuál se comunica la información, se describen cosas y seres y se razona sobre ellos.
- Lenguaje expresivo comunica sentimientos y emociones, estados de ánimo.
- Lenguaje directivo provoca una conducta.
Además hay otros tipos de lenguaje.
- Lenguaje culto o formal
- Lenguaje científico
- Lenguaje coloquial
- Lenguaje popular
Psicología: El orador estudia las pasiones humanas. Todos los grandes oradores estudian y estudiaron al hombre desde el punto de vista psicológico. Los antiguos sabían cuando conviene callar o hablar, cómo dirigirse al auditorio y lograr un diálogo amable, impresionar por la figura, el ademán, la mirada firme, etc. Por ejemplo, elogiar a un asistente, es hacerlo a todo el auditorio.
Estudios históricos: Cicerón llamó a la historia "maestra de la vida". El auditorio gusta de narraciones históricas y se emociona con ellas. Los estudios históricos penetran en el alma de individuos, épocas y sociedades, revelando qué pensaron y qué sintieron sus personajes. Con la Historia conocemos edades, pueblos, gobiernos, religiones, artes, costumbres, que pueden ser asuntos o porciones de material de nuestros discursos.
Estudios históricos: Cicerón llamó a la historia "maestra de la vida". El auditorio gusta de narraciones históricas y se emociona con ellas. Los estudios históricos penetran en el alma de individuos, épocas y sociedades, revelando qué pensaron y qué sintieron sus personajes. Con la Historia conocemos edades, pueblos, gobiernos, religiones, artes, costumbres, que pueden ser asuntos o porciones de material de nuestros discursos.
Obras literarias: El orador debe leerlas de los genios de la expresión. Los antiguos llamaron a Homero "Padre de la retórica" porque domina el difícil arte de la narración y composición, y sabe retratar a sus héroes. Tener en la mente frases poéticas y repetirlas e incluso interpretarlas, hará del orador un personaje culto y competente.
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